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Micro-manual del autocuidado para migrantes



RESUMEN:

  • Como migrantes, nos enfrentamos cada día a una nueva forma cuidarnos como un acto político de resistencia y como una acción compasiva ante la brutalidad de la vida.

  • En el proceso migratorio nos cuestionaremos la definición de salud.

  • Existen 5 tipos de autocuidado que, enfocados hacia el bienestar, facilitarán una integración y adaptación al país de acogida –y, de paso, cuidarán de tu salud mental.


INDICE:

  1. Introducción

  2. Salud y autocuidado del migrante

  3. Salud física

  4. Salud psicológica y emocional

  5. Salud comunitaria

  6. Tipos de autocuidado

  7. ¿Cómo practicar el autocuidado como migrante?

  8. Beneficios del autocuidado como migrantes

  9. Conclusión: el autocuidado, como migrante, es la base de nuestra existencia


I. INTRODUCCIÓN: AUTOCUIDADO PARA MIGRANTES


El otro día, una prima me dijo que lo primero que hace cuando se muda de país es salir a conocer gente: en las cafeterías, en bibliotecas, en actividades culturales, cualquier cosa. No especialmente porque ella sea extrovertida… –ella misma se considera introvertida–, sino porque aprendió que cuando una se va de su país de origen, tiene que (re)construir su propia red de apoyo, lugar seguro y puerto de refugio allá a donde se vaya. Porque sin los otros, ¿cómo nos cuidamos?


Como migrantes, nos enfrentamos cada día a una nueva forma de cuestionar nuestros paradigmas y nuestras formas de existir en el mundo. Pensemos tan sólo en el ejemplo de la comida: si no tenemos los alimentos básicos para preparar los platillos de nuestro país de origen, debemos aprender a cocinar con los alimentos locales para hacer platillos locales. Y eso implica explorar nuevas formas de cocinar, comer y autocuidarnos.


Pero el autocuidado no es sólo hacer deporte y comer bien. El autocuidado es, como nos recordó Audre Lorde en 1988, “cuidar de mí misma no es autoindulgencia, es autoconservación y es un acto político”. Porque si no nos autocuidamos, no podemos vivir. Sobrevivimos, pero no vivimos.


El autocuidado es una acción constante de autocompasión con impacto en nuestra salud mental, física, emocional, espiritual, social y comunitaria. ¿De qué sirve hacer deporte, comer bien, tener el cuerpatzo y pelatzo si el entorno (te) enferma?





II. Salud y autocuidado del migrante


Como migrantes nos afrontamos a diversos procesos simultáneos que –y no me dejarán mentir– chupan la energía: proceso administrativo de la migración, ubicación mental de la nueva zona, duelo migratorio, aprendizaje o dominio del nuevo idioma y nuevas costumbres, racismo, xenofobia, islamofobia, el cisheteropatriarcado, etcétera...


Por lo que cuidar de nuestra salud es bá-si-co. Y en caso de que no hayamos aprendido en nuestro país de origen –yo no sabía ni cocinar 🙋🏻–, cuidarnos cuando migramos es crucial. No sólo porque estamos en otro país sin una red de apoyo que nos sostenía, sino que ahora nos atraviesan otras estructuras de jerarquización social, opresiones y dolencias.


Parece chiste pero es anécdota: cuando recién llegué, a las primeras semanas, tuve una infección de orina horrible. Estaba sola y no podía alejarme del baño ni dos minutos. Jamás desée tanto un abrazo y apapacho de mi mamá pa’ que me llevara al médico, comprara los medicamentos y me dijera: “Ya pasará, tú tranqui.”


Según la Organización Mundial de la Salud (OMS, 1948), la salud es: “un estado de bienestar, y no tan sólo la ausencia de enfermedad o condición patológica”.